En los próximos años, las empresas necesitarán perfiles profesionales que a día de hoy todavía no existen. Esta necesidad de profesionales con una formación muy específica puede llegar a provocar una especie de pelea entre las empresas para conseguir el capital humano que necesitan. Una pelea en la que el profesional mejor formado y adaptado tendrá mayor poder de decisión.

Los futuros candidatos, en una natural evolución de los actuales millennials, buscarán empresas y empleos coincidentes con su filosofía de vida. Actualmente ya tienen interiorizado que los empleos no son para toda la vida y actúan en consecuencia. Hablan idiomas, manejan la tecnología y nos les importa coger el pasaporte y cambiar de país. Los empleados de la llamada cuarta revolución industrial darán importancia a la reputación corporativa de la empresa, a los planes de carrera y de formación y sobre todo a la conciliación mediante el teletrabajo (apoyándose con toda normalidad en una tecnología de comunicaciones ya existente o a punto de eclosionar). Trabajarán desde sus casas o desde espacios de trabajo compartido (Coworkings) en proyectos que se desarrollarán a cientos, si no miles de kilómetros de distancia y sólo se desplazarán para reuniones o eventos específicos y puntuales.

Para adaptarse a esta nueva generación, las empresas ya están desarrollando una filosofía que haga su marca más atractiva no solo para sus clientes, sino para captar a los mejores talentos. Las empresas piden compromiso a sus empleados, pero también se tienen que adaptar a lo que ellos demandan: mayor conciliación, espacios de trabajo que impulsen la creatividad, cambio en los códigos de vestimenta, responsabilidad corporativa de verdad… pero sobre todo flexibilidad. ¿Estaremos a punto de presenciar el fin del presencialismo?

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