Para cuando hay incertidumbre, para cuando no sabes si vas a conseguirlo…

 

La última tendencia en la gestión de proyectos complejos es la Metodología Scrum. Este término, que proviene del mundo del rugby aunque nosotros los conocemos como melé, implica en dotar  un proyecto de una gestión ágil y dinamizadora.

El método Scrum está especialmente indicado para aquellos proyectos donde hay un gran nivel de incertidumbre de cara al resultado final, es decir, no sabemos si vamos a ser capaces de conseguir el resultado que nos hemos propuesto. Un ejemplo práctico son aquellos proyectos relacionados con el desarrollo de Software, donde los requisitos varían en muy poco tiempo y necesitan una gestión muy rápida y flexible.

¿Quieres saber cómo funciona? Estas son las bases para ponerlo en marcha:

  1. Dividir el trabajo a realizar en actividades más sencillas con sus propios objetivos. De esta forma, se pueden solapar diferentes fases del desarrollo evitando así la planificación secuencial.
  2. Planificar periodos cortos de tiempo para cada una de estas actividades, también denominados Sprints, y revisar los resultados de forma inmediata al finalizar estos periodos (es importante que el plazo de cada Sprint no sea superior a 3 semanas).
  3. Realizar seguimiento mediante una reunión diaria a modo de briefing de no más de 20 minutos entre los miembros del proyecto donde se trata la situación del Sprint en curso.
  4. Definir los roles y responsabilidades del proyecto. Diferenciar entre el Líder del proyecto, el Project Owner, el Facilitador o el Máster Scrum, es importante para eliminar obstáculos que ralentizan el trabajo del equipo y agilizar la toma de decisiones.
  5. Analizar retrospectivamente el proyecto una vez finalizado para integrar el know how en el siguiente proyecto: evitar repetir errores que se hayan podido cometer e implementar lo que se consideren buenas prácticas.
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